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Morelia, Michoacán. (Agencia Informativa Conacyt).- La teoría musical de la entonación se basa en el estudio de la entonación oral como el elemento identitario de una obra. Pero para abordar la entonación de la música mexicana, no basta con atender el sonido, se debe definir primero la compleja mexicanidad.

El doctor en historia y ciencias de la música, Arturo García Gómez, es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y profesor investigador titular A de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Tiene alrededor de 30 publicaciones científicas cuyo objeto de estudio es la música.

El hilo conductor de sus investigaciones es la entonación, que se origina en lo que se conoce como la "teoría de la entonación" de Boris Asaf'ev, en el área de estudio de la musicología.

"La entonación es toda aquella inflexión tonal y tímbrica de la voz, es decir, la forma en que pronunciamos las palabras, con sus infinitas inflexiones y acentuaciones. Todos estos cambios en la voz, el llanto, la risa, e incluso en los gemidos y onomatopeyas, revelan el estado anímico o la intención de la persona. Cuando hablamos entonamos, pero la entonación tiene sus particularidades en cada persona, en cada pueblo y en cada nación. Como en el castellano de un español, de un argentino o de un mexicano; y más aún en México, la entonación cambia de un michoacano a un chilango, o de un michoacano a otro michoacano incluso".

Es eso, afirma, lo que provoca que la variedad de matices del habla sea infinita, cambiando a nivel macro (de país a país), regional (de zona a zona) o personal, por lo que en el mundo existirían al menos cuatro mil millones de entonaciones distintas.

"Es como la huella digital. Algo que nos distingue a cada uno, e incluso, a cada pueblo".

También existe la entonación corporal, la gestualidad, que es la forma en que se expresa corporalmente el ser humano, alude.

"Ambas formas de entonación constituyen la base de la entonación musical, que tiene como objetivo la comprensión del ser humano en la dimensión emocional de lo auditivo. Esto es posible solo a partir de la fijación de tonos aislados en nudos o escalones predeterminados, y constituye un artificio de la entonación del lenguaje oral, que surge del tono emocionalmente elevado de la voz, en las plegarias del sacerdote o chamán en ritos y ceremonias primitivas. Este es el origen de la música".

Señala que lo que diferencia la entonación oral de la musical es la delimitación. La entonación oral es ilimitada, indeterminada e indefinida, mientras que la entonación musical se determina a través de una escala. Se delimita y determina, dándole una forma fija a la entonación.

"Es el principio por el cual el pitagorismo planteó por primera vez la antítesis originaria entre lo ilimitado y lo limitador en el sentido cosmológico. Paradójicamente, esta determinación entonativa se invierte en la semiosis, que es donde radica su principal diferencia con el lenguaje. La música, a diferencia del lenguaje, no designa objetos, solo emociones". Eso es lo que la hace multívoca, afirma.

"Donde hay un código preciso de interpretación como en el lenguaje de la ciencia, se elimina lo simbólico y lo artístico. En la entonación musical, el sentido ambiguo no desaparece nunca, ya que es su cualidad que estimula la capacidad de infinitas interpretaciones".

La mexicanidad desde la música

"Mientras cursaba mi doctorado en España, acudí a la presentación de un trabajo de suficiencia investigadora sobre la canción mexicana como método de aprendizaje musical para niños. En la sesión de preguntas, Maricarmen Gómez Muntané cuestionó al ponente sobre la música que había seleccionado, ya que una de las piezas en cuestión, que se presentaba como canción mexicana, la catedrática afirmaba también haberla escuchado desde su infancia en Cataluña, cuando su abuela se la cantaba".

Con esa anécdota, el doctor comienza a plantearse el problema que representa la mexicanidad desde la perspectiva de la filosofía, la historia, pero también desde la musicología. Este problema tiene su origen en una historia que se vio trastocada y definida por la Conquista, un fenómeno que ha dejado a la fecha preguntas sin responder, como ¿qué es lo nuestro?, ¿qué define lo mexicano?, y en el caso específico de la música, ¿qué la hace mexicana?, ¿existe la etnicidad?

Manuel María Ponce es uno de los referentes del nacionalismo musical en México, menciona, pero el doctor con sus investigaciones concluye que lo que hizo fue más bien definir la música criolla, lo que sería la música novohispana, como música mexicana. Considera que para que la música sea realmente mexicana, tendría que tener al menos entonaciones de la música de los pueblos originarios de Mesoamérica.

"El problema de la mexicanidad es muy complejo y arrastra equívocos centenarios, ya que lo mexicano se define, incluso en la filosofía, como algo ajeno a los pueblos originarios, solo por el hecho de haberse creado o desarrollado en México. Pero para el arte, y específicamente para la música, la identidad es algo mucho más complejo".

Esto se advierte en el simple hecho de separar a los ciudadanos de este país entre "indios" y "mexicanos". En su artículo "El 'egipticismo' indígena de Samuel Ramos", publicado en Devenires. Revista de Filosofía y Filosofía de la Cultura, de la Facultad de Filosofía de la Universidad Michoacana, el doctor Arturo García evita usar el término "indio" o "indígena", por considerarlo un anacronismo, esto es, un error del siglo XV que ha prevalecido por más de 500 años. A pie de página escribe:

"El nuevo territorio recibió su nombre, que paulatinamente fue adoptado. No obstante, a los pueblos originarios de América se les siguió llamando genéricamente 'indios'. En la Colonia, un mundo creado a voluntad hispana, los pueblos originarios ocuparon la posición más baja en el sistema de castas, y el apelativo 'indio' fue una forma de exclusión del estado de la Nueva España. En el México independiente, el panorama para los pueblos originarios no fue muy distinto. Además de denotar un sentido peyorativo, denigrante y racista, el término 'indio' designaba al 'otro', al excluido, a la persona sin ciudadanía ni derechos, es decir, a un 'no mexicano'. Los mexicanos no somos 'indios' ni 'indígenas' (los nacidos en la India). Somos nahuas, zapotecas, mixtecos, purépechas, etcétera, mestizos y criollos. Somos una gran diversidad étnico-cultural que se identifica bajo el término 'mexicano', además de ser nuestra ciudadanía."

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